Las imágenes de los Santas Palestinas, St. Maria-Alfonsina (extrema izquierda) y St. María de Jesús Crucificado (extrema derecha)
aparecen colgadas en el Vaticano en la fachada de la Basílica de San Pedro 
 
 
 
El pasado domingo 17 de mayo, su Santidad el Papa Francico canonizó a dos monjitas Palestinas del siglo XIX, Miriam Bawardy, monja de la orden de Carmelitas Descalzas y Marie Alphonsine Ghattas, cofundadora de las hermanas del Rosario de Jerusalén. Ahora son conocidas como Santa María de Jesús Crucificado y Santa Maria -Alfonsina.

 

 
 

El señor Rateb Rabie, KCHS, Presidente/CEO de HCEF, y su esposa, la señora Rocio Rabie, oficial de relaciones públicas de HCEF asistieron a la canonización como parte de la delegación del Presidente Abbas y como invitados especiales del patriarcado Latino de Jerusalén. Fueron capaces de celebrar el momento histórico y Santo en el Vaticano junto a S.E. el Sr. Presidente Palestino, Mahmoud Abbas, S.B. el Patriarca Latino de Jerusalén, Fouad Twal, y muchos fieles Palestinos que asistieron.

Un estimado de 2 mil Palestinos viajaron a Roma para la canonización, y claramente hicieron sentir su presencia con aplausos y con el ondeo de banderas Palestinas a lo largo de la Plaza de San Pedro. El evento en conjunto fue un símbolo de avance en la causa Palestina y un reflejo de los principios de fe que unen al pueblo Palestino y su deseo de paz y justicia colectiva de la tierra.

En un comunicado oficial con respecto a la canonización, S.E. Presidente Abbas comentó: “Estas dos Santas Palestinas añaden una dimensión muy distintiva a nuestra lucha nacional, es decir, los principios humanitarios y espirituales que nuestra tierra nos inspira. La tierra que Dios ha hecho sagrado, la tierra del diálogo entre cielo y tierra, Dios y hombre, y hombre y hombre. Estos son los principios espirituales edificantes que Cristianos y Musulmanes comparten en nuestra Tierra Santa, y son los mismos principios que buscamos formar, las bases para el establecimiento de nuestro Estado y nuestra vida nacional y social”.

Inspirado por los Palestinos orgullosamente agitando sus banderas y mostrando su apoyo por Palestina desde el Vaticano, y por los miles de visitantes de todo el mundo que asistieron, el señor Rabie dijo: “me sentí profundamente conmovido durante mi tiempo en la Plaza de San Pedro, rodeado de mis hermanos y hermanas Palestinos y de seguidores Católicos que se reunieron en honor a dos mujeres Palestinas que ejemplifican el espíritu de mi patria. Realmente fue un momento histórico, que marca un progreso sobre el reconocimiento de Palestina por el mundo entero, tanto como un remanso de Cristianismo como de vida interreligiosa – un modelo desarmado de paz y progreso para la comunidad internacional. Este acto de Su santidad, Papa Francisco, nos acerca un gran paso a obtener la dignidad que Palestina siempre ha merecido.”

 

 

Señor y señora Rabie fueron invitados a la Embajada Palestina en Roma para participar en una comida de celebración, organizada por S.E. la Embajadora Dr. Mai Alkaila.

 

Santa María de Jesús Crucificado (I) y St. Maria-Alfonsina (D)

 

¿Quiénes fueron estas santas Palestinos?

Nacida en Jerusalén, St. Maria-Alfonsina fue inspirada por varias apariciones de la Virgen María para conformar Las Hermanas del más Santo Rosario de Jerusalén en la década de 1880 – una orden dedicada a educar a las niñas árabes. Muy apreciada en comunidades Palestinas, sigue siendo la única orden religiosa árabe en Tierra Santa. Se han atribuido varios milagros a Sta. Maria Alfonsina, incluyendo salvando a una joven que había caído en un recipiente profundo, al lanzar su gran Rosario. Ella invocó a la Virgen María y le dijo a los compañeros de clase de la joven que comenzaran a rezar el Rosario. Poco después, la joven fue rescatada.

Santa María de Jesús Crucificado nació milagrosamente en Palestina en 1846. Antes de que Mariam naciera, sus padres habían anteriormente perdido todos sus doce hijos. La esperanza de criar a un niño sano había sido borrada. Sin embargo, la madre de Mariam en un momento de inspiración le dijo a su esposo: “Vamos a pie a Belén y pidámosle una hija a la Santísima Virgen. Prometámosle que si nuestras oraciones son contestadas, la nombraremos Mariam y le ofreceremos al servicio de Dios una cantidad de cera igual a su peso cuando tenga tres años de edad”. Sus oraciones fueron contestadas en efecto y Mariam entró en el mundo.

Trágicamente, Mariam quedó huérfana a los dos años de edad cuando ambos sus padres murieron. Pero El Señor se favoreció con ella, y desde muy joven ella experimentó los milagros. En una ocasión, impidió a su familia lejana de comer un pescado envenenado después de haber soñado con él la noche anterior. Mariam sobrevivió dramáticamente un encuentro violento con su tío, quien le cortó la garganta y la dejó en una zanja, convencido de que había muerto. Más tarde, una monja misteriosa en azul vendría en su ayuda a coser la herida, traerla de vuelta a la buena salud y luego a guiarla en el servicio del Señor. Algún tiempo después, un médico examina la herida de Mariam y pronuncia su supervivencia como nada menos que un milagro.

 

La canonización de estas dos monjitas Palestinas revela al mundo un mensaje desconocido pero crucial sobre el pueblo Palestino en su conjunto. Ellos están definidos por profundas tradiciones que ellos mismos han ayudado a preservar, siguen siendo fieles a la fe que nació en sus tierras, y, sobre todo, según los principios de esa fe, ellos promueven la paz en la tierra. Todos los Palestinos son honrados por la canonización de estas dos monjitas. Son un pueblo dedicado a los principios divinos de la paz, la justicia y el servicio para toda la humanidad.