Estimados hermanos y hermanas,
 
Le deseo una Feliz Navidad llena de bendiciones. Una vez más llega el glorioso día cuando Cristo nuestro Salvador nació en Belén.
 
Nosotros sabemos bien esa historia. Sabemos cómo los pastores vinieron a ver al niño Jesús en su primera Navidad. Ellos fueron los primeros en recibir el gran regalo que Dios concedió al mundo. Luego compartieron esa historia con sus familias, de generación en generación, a los cristianos que viven hoy en Belén, tan cerca de ese humilde pesebre, en lo que hoy llamamos “Tierra Santa”.
Recordamos la historia de Navidad cada año, la recitamos debidamente, compartiendo  regalos y comida entre quienes más queremos, cantando villancicos y encendiendo luces. Pero lamentablemente, a menudo nos olvidamos de los cristianos palestinos que han preservado la buena noticia para nosotros, que han seguido nuestras tradiciones, y manteniendo nuestros sitios sagrados, incluyendo la Iglesia de la Natividad. Nos olvidamos de que nuestros hermanos palestinos están desapareciendo de Tierra Santa,  que si bien nuestras luces brillan, Belén está oscuro, pues los cristianos ya han huido.
 
Cada día los palestinos que aún permanecen en esta tierra enfrentan las consecuencias de la ocupación. Están rodeados por un muro de separación equipado con torres de vigilancia. No pueden viajar sin pasar por los puestos de control militar, donde a menudo se les niega la entrada. Sus tierras son confiscadas, su agua potable es limitada y sus padres y sus hijos son encarcelados sin un debido proceso. Los disturbios han  ido en aumento, la sangre se derrama cada día, y los sitios cristianos han sido blanco de ataques , como el incendio reciente a la Iglesia de la Multiplicación de los Panes y Peces en Galilea. Si María y José tuviesen que hacer el viaje de hoy, probablemente no llegarían a Belén.

Por favor, recuerden a los palestinos esta Navidad, recuerden las palabras de San Pablo: 
 
“Si un miembro sufre, todos los miembros sufren con él. ” 
1 Corintios 12 : 26a
La historia de la Navidad no es sólo el nacimiento de Cristo, también destaca las luchas de la época. Jesús era un refugiado palestino judío que tuvo que huir con su familia de los peligros de ese período. De hecho, él sería muy similar a los miles de refugiados que vemos en los medios de comunicación hoy en día. Al recordar a Jesús, recordemos a todos los refugiados que deben abandonar sus hogares para evitar la violencia y la muerte. Recordemos a Jesús como el primero de los refugiados palestinos, que representa más de un millón de cristianos palestinos que se ven obligados a vivir fuera de Tierra Santa. Al mismo tiempo, recordemos los 200.000 cristianos que aún viven en Tierra Santa, que mantienen la fe y permanecen firmes en medio del creciente conflicto.
La carta de San Pablo a los Corintios sigue: 
 
“Si un miembro es honrado, todos los miembros gozan con el” 
1 Corintios 12: 26b 
 
La historia se ha repetido con el sufrimiento actual de los refugiados y los palestinos en Tierra Santa. Sus persecuciones reflejan las persecuciones Cristo sufrió por nosotros. Afortunadamente, este no es el final de la historia. Cristo experimentó el dolor y la lucha hasta su muerte. Sin embargo, se levantó de nuevo, encarnando la esperanza y el amor que nos ofrece a todos nosotros por la gracia divina. Durante la Navidad honramos el nacimiento de Cristo a causa de los acontecimientos extraordinarios que siguieron. Honramos su vida, su sacrificio, y la salvación que hemos adquirido a través de él. 
 
Alegrémonos todos juntos – ¡desde Belén a todos los rincones de la tierra! El mensaje de Cristo va dirigido a todas las naciones y religiones.Es un mensaje de paz y esperanza. Estamos seguros de que los días oscuros de sufrimiento llegarán a su fin y vamos a gozar de la paz duradera y feliz en todo el mundo. 
 
¡Gracias por acordarse de los palestinos, y les deseamos nuevamente una Navidad bendecida y feliz!
 
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